¿Qué es la Resiliencia y cómo desarrollarla?
En el último mes, hemos estado en dos continentes y tres ciudades diferentes.
Creo que somos unos padres aventureros porque cada vez que alguna persona mayor no ve, nos dice que somos muy valientes por viajar con 3 niños menores de cinco años.
A pesar de ser una experiencia muy enriquecedora para la familia, queramos o no, les da una inestabilidad e incertidumbre a nuestros hijos. Están con gente “desconocida”, no están en su casa, con sus cosas, en su cama y ni siquiera comen la comida que están acostumbrados.
Inclusive por la cantidad de tiempo que vamos, han habido ocasiones en donde por días, van a una pequeña escuelita, con el fin de seguir conviviendo con niños de su edad y todo eso, les llega a abrumar más de lo que nosotros pensaríamos.
Este es un ejemplo muy sencillo pero perfecto para describir lo que es la Resiliencia. Es la capacidad para afrontar con éxito los problemas, las dificultades y las adversidades y lo que estas conllevan.
Es una habilidad que ayuda a manejar el estrés, ansiedad e incertidumbre.
Nosotros conocemos a nuestros hijos y aunque muchos de nosotros aún tenemos hijos muy pequeños y/o que todavía no hablan bien, es importante reconocer las señales de que algo les abruma, les estresa y angustia y como resultado su salud emocional se ve afectada.
Como por ejemplo:
Últimamente está muy apegado a ti.
Tiene regresión y se hace del baño.
Se chupan el dedo de nuevo.
Por más que queramos protegerlos y aislarlos de todo lo malo, es imposible; sin embargo podemos ayudarlos a desarrollar habilidades para superar los desafíos a los que se vayan a enfrentar.
Te comparto algunas ideas de cómo podemos ayudarlos.
Hacer y tener amigos.
Las relaciones sociales fuera de casa, ayuda a los niños a generar confianza en si mismos. Genera lealtad, integridad, persistencia y sobretodo desarrolla vínculos estrechos con la comunidad y crea un sentido de seguridad.
Ayudar a los demás.
La solidaridad y humildad ayuda a desarrollar el sentido de propósito y motivación. Ayudar a los demás crea la oportunidad de contribuir según las posibilidades de cada niño. Les ayuda a sentirse valorados y necesitados.
Tener una rutina.
Tener una rutina ayuda al niño a sentirse seguro, saber qué es lo que va a pasar y de cierta forma las consecuencias. Sabe qué esperar. Seguir una rutina es importante, pero tampoco hay que abusar. La clave es mantener el equilibrio.
Combatir la inquietud y preocupación.
El estrés no es solamente cosa de adultos, los niños también lo pueden padecer. Sus días están llenos de hechos emocionantes, desafiantes y complejos que pueden llegarlos a abrumar. Enfrentar los momentos de estrés también les enseña a nuestros hijos a combatir los problemas de una forma saludable y adaptativa. Nuestro papel es apoyarlos, darles estrategias para combatirlos y ánimos para superarlos.
Enseñarlos a cuidarse.
Cuidar de la salud, enseñarles a quererse y respetarse es algo básico de nuestra crianza.
Fijar metas.
Tener objetivos que ellos puedan alcanzar, genera el sentido del logro y recompensa.
Cuando nuestros hijos alcanzan sus metas y ven las consecuencias, es algo muy reconfortante para ellos.
Alimentar una autoestima positiva.
Nuestros hijos deben de tener bien claro, que hay un adulto que los quiere, los cuida y cree en ellos.
Junto con alcanzar sus metas y enfrentar el estrés, les da la confianza necesaria para saber de qué son capaces y qué pueden lograr.
Ver lo positivo en cada situación.
Cuando enfrentamos positivamente las adversidades, nos ayuda a que tomemos las cosas de una forma más tranquila.
Si bien el dicho de “después de la tormenta siempre viene la calma” es muy cierto, nos ayuda a no desesperarnos, mantener la fe y tener bien claro que la vida no se termina cuando hay un problema.
Estimular el autoconocimiento.
Todas las experiencias sean buenas o sean malas, dejan un aprendizaje. Este aprendizaje les ayuda a entender qué funcionó y qué no. Les ayuda a tomar decisiones y tener consecuencias.
Les ayuda a aprender a tener control de sus emociones, a recuperarse y a valorar.
Aceptar el cambio
El cambio puede ser un factor importante del origen del estrés. Durante esa época de cambio, comparte más tiempo con tus hijos, ya sea leyéndoles o simplemente teniéndolos cerca. Platica con ellos y explícales que no siempre un cambio es malo; que lo pueden ver como un reto.
«Es importante tener claro que aunque un niño es resiliente, eso no significa que no experimentarán dificultades o angustia. El dolor emocional y la tristeza son comunes cuando tenemos un trauma de importancia o una pérdida personal, o incluso cuando nos enteramos de la pérdida o trauma de otra persona.»
Nuestro papel como padres es apoyarlos, guiarlos y ayudarlos para desarrollar esas habilidades que les ayudarán a tener un mejor y más tranquilo futuro, un futuro enfocado al éxito.
M.
Referencias:
American Academy of Paediatrics
Healthy Children
American Psychological Association