Una cita con mi hija.
Si eres mamá de más de un niño, entenderás cuando digo que, por más que te partas en mil pedazos, jamás vas a poder darle a tus otros hijos el tiempo que recibió el primero.
Para los que me conocen, saben que el pasar tiempo con mi segunda hija, ha sido algo muy importante para mi.
Con mi primera hice de todo. Todo mi tiempo era para ella.
Cuando nació mi segunda bebé, estaba muy consiente de que el tiempo no iba a ser lo mismo, sin embargo, planee muy bien los días y todas las actividades, para tener un balance entre las dos.
Pero, la vida nos tenía destinados a nuestro tercer bebé y con eso, Loretta, mi segunda, se convirtió en la de en medio.
Una de mis principales preocupaciones, era el tiempo que iba a pasar con ella.
Todo el mundo me decía que, cuando tienes el segundo bebé, la mayoría del tiempo se lo sigues dedicando al mayor, puesto que el bebé sólo duerme y come.
Esto no fue mi caso ni con mi segunda hija y MENOS con el tercero. Los dos bebés eran muy demandantes, pero nunca esperé que el tercero lo fuera aún más.
Mi tiempo estaba dividido.
Logré conseguir espacio en la guardería cerca de mi casa y traté de organizarme lo más que pudiera. Pero por más que quería pasar un poco más de tiempo con mis hijas, mi hijo no me dejaba.
¿Te has sentido como que estás en todas partes pero a la vez no estás en nada? Yo si.
Son tantas cosas que hacer que la mayoría de las veces me siento estresada y abrumada.
El tiempo que yo en mi cabeza había destinado a mis hijos, no existía y por más que no quisiera, seguía sintiendo la culpa de no dedicarles el tiempo que cada uno se merece. Sobretodo a mi talón de Aquiles…Loretta.
Mi marido siempre me insistía, en que metiera a mis dos pequeños en horarios desfasados para tener tiempo con cada uno. La realidad es que yo necesitaba tiempo para mi y en mi necesidad, esa sugerencia no era opción.
No fue sino hasta que en mi curso de disciplina positiva, una de mis compañeras mencionó que tenía de vez en cuando citas con su hijo el mayor y fue ahí donde caí en cuenta, que eso era lo único que iba a lograr que mi hija y yo tuviéramos un tiempo para nosotras.
Y fue así como un sábado, sacado de la manga, nos fuimos ella y yo a pasar el día juntas.
Ese día estaba lloviendo pero lo que ella decidiera hacer, eso haríamos. Fuimos al parque, nos mojamos muchísimo pero eso no importaba porque no tenía nada más que cuidar. Nos subimos a todos los juegos, arrancamos hojas, saltamos en los charcos, nos comimos una nieve y fuimos muy felices.
La cara de mi hija y el escucharla decir “Sólo mami y Lottie” me hacían sentir el corazón desbordado.
Mejor decisión no pude haber tomado.
Y ahora que lo pienso, mi mamá solía hacer lo mismo con nosotras. Una tarde cada quince días o al mes, nos llevaba a acompañarla a sus vueltas, nos llevaba a merendar y pasábamos una tarde solas con ella.
Ahora que ella por ser de nuevo ingreso entra una semana después al colegio, lo estamos haciendo de nuevo. Aunque sean 3 días solamente.
Muchas cosas juntas y además nos estamos preparando para su gran día.
Siempre he pensado que el tiempo que pasamos con nuestros hijos, es muy intenso y la mayoría de las veces nos abruma y nos pone irritables. Pero aprovechemos las veces que podemos hacer ese tiempo de CALIDAD y no cantidad, porque de mi te acuerdas, que te vas a relajar y lo vas a disfrutar.
He decidido que de ahora en adelante, lo voy a hacer con cada uno de mis hijos. Un momento donde solo seamos dos.