¡Pero si a todos los criaron igual!

Cuando yo era más joven o sea pre-hijos, a veces pensaba en cómo es que si mis papás nos educaron igual a mis hermanas y a mi, las tres resultamos tan diferentes. Ahora que soy post-hijos me queda claro que esto no sucede así.

Hace unos días, me estuve desahogando con mis seguidores en Instagram y les conté que estaba pasando por una racha, en donde sentía que traía “atravesado” a uno de mis hijos. Me sentía muy mala madre por tener ese tipo de sentimientos, pero aún amando a nuestros hijos de la forma desinteresada e infinita que lo hacemos, ellos son personas también y es normal que hayan roces entre padre-hijo.
Lo estuve analizando por un par de días, porque a veces siento que estoy perdiendo conexión. Siento que no logro interpretar lo que no me dice directamente y no se cómo tomar acción.

Ciertamente nosotros somos los adultos, los que nos debemos de comportar y los que sabemos controlarnos.
Pero también es verdad que no nacemos sabiendo cómo ser padres y para llegar a tener una crianza balanceada, se tiene que recorrer un buen camino.

En alguna ocasión le hice la observación a mis esposo, de que yo sentía que éramos mucho más estrictos con uno de nuestros hijos en particular; y si, la verdad es que si, si lo somos porque su personalidad es más intensa, libre y debemos de tenerle “la cuerda” un poco más corta porque sino se nos escapa.
Así es la crianza con los hijos. Todos son diferentes y no necesitan la mismas cosas. Claro que para nosotros como padres, es mucho más fácil aplicar lo mismo para todos y aquí me viene a la mente el dicho de “O todos coludos o todos rabones” pero luego, ahí andamos batallando porque no vemos el mismo resultado con todos.

Lo importante y básico que nosotros como padres debemos de aplicar con todos nuestros hijos es lo siguiente:

Ser un buen rol a seguir. Siendo nosotros los pilares de nuestro hogar, nuestros hijos copian todo lo que ven en él. Es increíble como ellos imitan (aunque no se den cuenta) nuestras expresiones, nuestro lenguaje no verbal y mucho más. Ser un ejemplo a seguir es algo imposible de evitar, así que tratemos de que ellos sigan nuestro mejor ejemplo.

Enseñarles la empatía. Creo que esta habilidad es algo que mientras más pequeños la desarrollen, mejor; tampoco nunca es tarde para hacerlo. Les ayuda a ver el mundo con otros ojos y también a ser más compasivos.

Enseñarles buenos modales. “Por favor”, “Gracias” son palabras tan sencillas pero que pueden hacer la diferencia. Mantener limpio y recogido nuestro espacio es ideal jaja pero como padres es algo que nos cuesta trabajo lograr en nuestros hijos, sin embargo si lo comenzamos a enseñar desde pequeños, puede ser un hábito que desarrollen y mantengan en su vida adulta.

Siempre explicar el por qué de nuestras acciones. ¿Recuerdas el típico “Porque soy tu madre y lo digo yo”? Bueno, en mi casa una de mis hijas una vez me dijo “Mami, esa no es una respuesta” y tiene razón. Trata de explicar por qué van a hacer algo o la consecuencia de alguna acción (ya sea buena o mala), así ellos desarrollarán una noción de lo que está sucediendo o va a suceder y todo lo que conlleva.

Enseñarles nuestros valores. Respeto al prójimo pero en especial a los mayores. Ser amables y pensar en los demás.  Los valores que se viven en tu hogar y que quieres que tus hijos mantengan cuando crezcan.

Enseñarles a ser agradecidos. Es muy diferente ser agradecido a forzarlos a que den las “Gracias”. Aunque introducir esa palabra desde muy pequeños ayuda, el ser agradecido es un sentimiento que ellos van desarrollando con el tiempo.
Va de la mano con el esfuerzo que ponemos en las cosas. Tal vez dentro de la rutina de la noche, podemos preguntarle a nuestros hijos de qué o por qué están agradecidos. O agradecerle a las personas que nos dan un servicio y hacen nuestra vida más fácil. Pequeñas acciones que hacen la diferencia. Ser agradecido es algo que se lleva en el corazón.

Amor y atención. Estos dos son como comida y agua para cualquier ser humano. Un niño que se siente amado y que se le dedica tiempo, crece siendo un niño seguro, con raíces fuertes y protegido.

Calidad antes de cantidad. Siempre he sido fiel a este lema. Todo en extremo es malo también. Cuando pasamos todo el tiempo con nuestros hijos, llega un momento en donde ya no disfrutamos; necesitamos un tiempo a solas, estamos cansadas y cuando eso pasa, se nos nubla todo. El tiempo que le dediquemos a nuestros hijos que sea de calidad. 5,10,15 los minutos que tu escojas, dedícalos al 100% con ellos. Desconéctate, hagan cosas juntos y que disfruten los dos. La idea es que los dos pasen un buen momento. Verás que con el tiempo, tus hijos entenderán cuándo es momento para qué y cuando toque su momento, se sentirán lo más importante para ti (que en realidad lo son, pero tu entiendes la idea)

Espero que estos tips te sean de ayuda.
No soy una experta, pero te comparto lo que a mi me funciona en nuestro hogar.

M.

 

 

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