Cómo viví una pandemia mundial en el extranjero

Quién iba a decir que después de Marzo del 2020 el mundo iba a ser diferente. Escuchamos de un virus desconocido que estaba afectando China, se nos hacía que estaba tan lejos….esos Chinos tan exóticos con las cosas que hacen (¡Y se comen!) que jamás pensamos que iba a viajar por todo el planeta.
Aquí en Europa comenzó por afectar a Italia. Un grupo de Chinos fue a esquiar a los Alpes y de ahí el resto es historia.

No sabíamos bien de qué se trataba. Unos decían que era una tos constante al grado de sentir que te ahogabas. Otros decían que era la pérdida del olfato y el gusto y otros simplemente que era como una gripa de lo peor.
Los rumores eran muy fuertes, para empezar iban a cerrar los colegios por 3 semanas y se iba a trabajar desde casa. Sólo los hijos de personal clave (médico, de seguridad y maestros) podían asistir al colegio que se convirtió en una guardería para ellos. Sin duda todos los padres nos sentimos muy aprensivos por lo drástico de la decisión. ¿Pero qué tan contagioso era este virus que ni los niños podían estar en la escuela? Sonaba como una historia de terror. No teníamos idea de lo que iba a pasar. ¿Cómo le íbamos a enseñar a los niños sin el material, las instalaciones o el conocimiento? ¿Cómo le íbamos a hacer si teníamos que trabajar al mismo tiempo?

Nos pusieron en cierre de emergencia “Lockdown” y si acaso nos daban permiso de salir localmente 1 hora para hacer ejercicio; pero en esa hora, todos nos sentíamos paranoicos y que estábamos haciendo algo mal. En todas partes teníamos que mantener una distancia de 2mts; en las tiendas, clínicas y hospitales habían marcas, termómetros y estaciones de limpieza.
Las citas médicas no esenciales y cirugías se pospusieron. Comenzaron las citas por teléfono o videollamada y llegamos hasta enviar fotos de las condiciones que nos afectaban, para que los médicos nos pudieran diagnosticar. Todo el personal de salud estaba destinado para combatir a ese virus nuevo.
Nos pidieron que no saliéramos más que para lo necesario. Los parques infantiles, centros comerciales, restaurantes y tiendas que no eran básicas cerraron por completo. Las filas para las tiendas de abarrotes eran eternas ya que tenían limitado el número de personas adentro; los anaqueles estaban saqueados y la gente comenzó a empanicarse. Compraron papel de baño sin control y todos los enlatados y perecederos estaban agotados. Limpiábamos hasta decir ya basta todo lo que venía del exterior. Desinfectábamos los zapatos en la entrada de las casas y cuando regresábamos de la tienda, metías tu ropa a lavar y tu te dabas un baño. Los negocios de limpieza hicieron su agosto con antibacteriales, limpiadores y cualquier producto que nos hicieron creer que detendría el virus.
Nos obligaron a usar tapabocas y a partir de ahí, nacieron muchos negocios de tapabocas personalizados. Era el accesorio del momento y si bien muchos no seguían las regulaciones del gobierno de que fueran KN95 y los niños no tenían que usarlas, todos nos lanzamos a comprar todo lo que encontráramos para toda la familia.

Se hizo un llamado nacional para proteger a los niños y los más vulnerables. Se designaron las famosas “burbujas” que consistía en tu familia nuclear y si a caso, algún miembro de la familia que estuviera solo. Habían multas hasta de £1000 (aprox $28mil pesos Mexicanos) y la policía estaba en la cacería de personas que estuvieran rompiendo las reglas.

Pasaron las 3 semanas y decidieron seguir con las mismas reglas y volver a evaluar la situación en 3 semanas más. Todos los martes a las 4pm, estábamos al pendiente del anuncio nacional del Primer Ministro Boris Johnson. A todos los hogares llegaron cartas firmadas por él solicitando apoyo y comprensión. Nadie estaba preparado para una pandemia mundial. No faltaba el que criticara las decisiones del gobierno y lo comparara con otros gobiernos que a su punto de vista, lo estaban haciendo “mejor”. La realidad era que todos íbamos un día a la vez.
El gobierno también lanzó el permiso para no trabajar y recibir de entre el 80-100% del sueldo que le llamaron Furlough por un periodo de 3-4 meses

Los rumores seguían fuertes. Los números subían y se esparcía el miedo de no tener suficientes instalaciones, material y equipo médico para combatir este virus. Realmente teníamos mucho miedo, sobretodo porque no había cura todavía y no todos los hospitales trataban pacientes con COVID. Las tragedias aumentaban.
Escuchábamos casos en México y todos los días rezábamos para que no fuera alguien cercano.

Se desarrollaron las pruebas Polymerase chain reaction PCR que consistía en un cotonete largo, el cual tenia que meterse hasta el final de la garganta y en la nariz para detectar material genético del virus. Eran gratis pero por todas partes estaban limitadas y a veces había que manejar a otra ciudad para encontrar una. Hacerse una al principio era un shock. Te lo hacía una enfermera y sentías las ganas de vomitar y que el cotonete te llegaba hasta el cerebro. Luego para cuidar al personal de la salud, decidieron que uno mismo se la hiciera. Creo que los que más la sufrieron fueron los niños, porque a la primera tos o mocos, los padres nos sentíamos obligados a hacérsela.
Una vez teniendo los resultados, si era positivo, tenías que aislarte por 10 días y en el inter había personal de salud que te llamaba o visitaba, para asegurarse que estabas haciendo bien la cuarentena y no ponías en riesgo a los demás. Lottie fue de las primeras en hacerse la prueba. A través del National Health Service (el sistema de salud público) fue seleccionada aleatoriamente para hacerla y tener entre sus registros, personas que podían tener el virus pero que no presentaban síntomas.

Los aeropuertos cerraron casi en su totalidad. Estaba prohibido viajar y si necesitabas viajar tenías que comprobar que era necesario. Muchísimos vuelos se cancelaron y muchas rutas se desviaron. Mucha gente decidió regresarse a su país de origen en vez de estar tan lejos de los suyos. Y muchísima otra, perdió sus vuelos por cancelación y hasta hoy en día, siguen en disputa para que les regresen su dinero. Hicieron listas de colores para los países, los verdes eran los países más seguros para viajar, los ámbar eran los que había que hacerse una prueba de covid para ir o regresar, y los rojos, los cuales estaban prohibidos viajar y/o se tenía que hacer una cuarentena en un hotel del gobierno, el cual uno tenía que pagar hasta £1200 (más de 33mil pesos Mexicanos)

Para principios de verano se abrieron los colegios para los niños de preprimaria 1ero y 6to de primaria, ya que eran considerados años claves. En las escuelas se hicieron burbujas de 15 niños máximo y no podían interactuar con ninguna persona que no fuera de su burbuja.
Se relajaron las reglas y la gente comenzó a salir. Aún así todo seguía incierto y no podíamos confiarnos de lo que iba a pasar. No queríamos arriesgarnos de más.

Se acercaba el invierno y con él las enfermedades estacionales. Se escuchaba de una segunda ola y la gente con tanto cambio de reglas, ya no sabía qué hacer. Al segundo día de que los niños regresaron a clases, los regresaron a casa nuevamente sin fecha de regreso. Todo parecía que la Navidad y el Fin de año nos lo íbamos a pasar encerrados otra vez. Seguían las burbujas y para los que vivíamos lejos de nuestra familia, el poderla ver, nuevamente era incierto.

Con el tiempo las cosas comenzaron a mejorar. Se escuchaba de la vacuna que aunque fue desarrollada muy rápido, prometía buenos resultados. Iniciaron con el personal de salud, luego a las personas vulnerables, adultos mayores y de ahí para abajo.
Las escuelas regresaron a clases, a un nuevo año escolar y con un nivel de retraso considerable para algunos niños.
Los viajes volvieron a abrir pero el gobierno fomentaba el vacacionar en casa (Staycation). Se necesitaba presentar la cartilla de vacunación y/o una prueba PCR negativa. Los precios para vacacionar en el país se volvieron ridículos y aumentaron los campamentos en zonas verdes.
Siguió la segunda dosis de vacunación y la gente volvió a sentirse un poco más normal (lo que eso pudiera significar).
Se levantaron las restricciones obligatorias del distanciamiento y el uso de tapabocas y se introdujo la vacunación para niños a partir de los 12 años. Ya podías reunirte con personas de diferentes burbujas en espacios cerrados y muchos establecimientos volvieron a abrir.

 

Hoy podemos medir la vida antes de COVID y después de COVID. Muchos seguimos sin bajar la guardia y aún así, muchos niños comienzan a contagiarse. Tanto ellos como las personas vacunadas, extrañamente desarrollan síntomas como de resfriado, lo cual nos da un poco más de tranquilidad, sin embargo todavía hay los que este virus ataca fuertemente.
Miles seguimos sin poder ver a nuestros familiares y la mayoría nos preguntamos hasta cuándo va a durar esto. Obligados, pero nos hemos dado cuenta de lo que verdaderamente importa. La naturaleza ha tenido un respiro y los animales han podido salir y disfrutar de su hogar. Se han perdido muchas vidas y el mundo no volverá a ser el mismo.

Han sido 2 años muy intensos, pero Dios nos puso en este país en el momento exacto. Como lo dije antes, nunca faltará el que critique las decisiones del gobierno, pero creo firmemente que el de Inglaterra hace lo mejor que puede. Nos ha cuidado, ha protegido a los más vulnerables y ha hecho mucho para que la mayoría estemos vacunados y tengamos el soporte médico que necesitamos. Sin duda estos años serán históricos y cuando todo esto se termine y veamos atrás, espero que hayamos aprendido algo.

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